PELIGRO DE LA RESTAURACIÓN.


Escribe Don Pedro.


Le cambiamos la frase al filosofo Kessman, en vez de “ olor a gol”  decimos, “olor a restauración”.


Ojo, pueden volver!!!, no están muertos ni mucho menos, estan ahí, están prontos. Hoy mas que nunca debemos estar unidos.

La derecha uruguaya inserta en los viejos partidos tradicionales se ha dispuesto lanzar una ofensiva política contra el gobierno progresista. Como ha dicho el presidente José Mujica, “todo le sirve” para la construcción de esa estrategia.

Hoy tenemos la impresión generalizada de que los dirigentes blancos y colorados salen al descampado, con la intención de conmover a los uruguayos para que de una buena vez por todas se movilicen con el propósito de que las viejas fuerzas políticas lleguen al gobierno nacional.

Están, por cierto, en su derecho, pero también existe el derecho de pedirles recato, serenidad, así como una mínima intención de colaborar con el conjunto de la sociedad, para que los obstáculos que muchas veces presenta el desarrollo puedan ser sorteados con relativo costo.

No tenemos la menor duda de que se puede discutir, cosa que se está haciendo, sobre las formas que se utilizaron para facilitar el ingreso de Venezuela al Mercosur, que era un reclamo histórico de los gobiernos y pueblos de Argentina, Brasil y Uruguay.

Pero ese reclamo histórico no puede ser opacado y ocultado por conveniencias políticas, con el fin de acumular escándalos en la perspectiva de las próximas elecciones nacionales.

Otro aspecto, seguramente más negativo que la incorporación de Venezuela, es el desmelenado apoyo que blancos y colorados dieron al golpe palaciego en Paraguay, instrumentado por una amplia capa de terratenientes de los cuatro países del Tratado de Asunción, donde incluso muchos apellidos se repiten sin necesidad de sacar pasaporte.

Es muy grave, lo decimos con dolor, que políticos uruguayos de los dos viejos partidos se hayan puesto del lado de los opositores a Lugo, llegando incluso a manifestar, como lo dijo el doctor Luis Alberto Lacalle, que están dispuestos a ser los “embajadores itinerantes” (las dos palabras son nuestras) del régimen de Francisco Franco, un liberal que le dio la espalda a Domingo Laíno, una de las personalidades más importantes de Paraguay en la lucha por la democracia.

Todo indica que en América del Sur las derechas están tramando toda una estrategia, para hacer retroceder los avances progresistas, que por cierto no tienen nada de radicales si las comparamos con las propuestas programáticas de la izquierda en la década del 70.

La restauración neoliberal, conservadora y antipopular, está mostrando en nuestro país, pero también en Argentina, en Bolivia, en Venezuela y en el herido Paraguay, que llegó la hora de estar atentos, porque todo lo conquistado en la última década puede llegar a estar en cuestión.

Para impedir un retroceso dramático no hay otro antídoto que la unidad y solidaridad de gobiernos y partidos progresistas. Pero a la vez se hace imprescindible que la gestión de los gobiernos permita mejorar sustancialmente las condiciones de vida de nuestros pueblos.


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