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Mostrando entradas de abril, 2021

¡Pero qué barbaridad!!!

  Aunque la epidemia nos tenga hartos, de vez en cuando un nuevo dato vuelve a estremecer. Por ejemplo, que a causa del coronavirus por primera vez en la historia de Brasil está muriendo más gente que la que nace. O que en ese país el gobierno recomienda a las mujeres no quedar embarazadas por el colapso del sistema de salud. Si la situación de Brasil preocupa, la de Uruguay también debería. Es que desde hace unos diez días la cantidad de muertos de coronavirus en proporción a la población de nuestro país superó a la de los vecinos del norte. Si en vez de comparar esta situación con Brasil lo hacemos con la mortalidad normal en Uruguay, los datos también son terribles. Hagamos unas cuentas gruesas: en Uruguay mueren un año normal unas 33 mil personas, lo que dividido 365 da unas 90 por día. Que se mueran, en un día, más de 60 personas por una sola causa es brutal. Desde el discurso triunfal del presidente el 2 de marzo murieron de coronavirus más de 1.400 personas en Uruguay, más de

Soltar la mano como política pública

  Una serie de entrevistas y declaraciones que realizó recientemente Pablo Bartol, ministro de Desarrollo Social, dan cuenta de que no tiene experiencia en hacer lo que tiene que hacer. Es probable que esto sorprenda. ¿No tiene 20 años de trabajo en Casavalle? ¿No fundó y dirigió Los Pinos, institución de educación altamente elogiada por sus resultados? Sí, todo eso es cierto. Pero la verdad es que dicha institución educativa basa la clave de su éxito en una estrategia muy sencilla: la selección. Entrar a Los Pinos –como a otras instituciones similares– implica una entrevista con la familia y los estudiantes, en la que se selecciona a aquellos que, con la experiencia efectivamente acumulada, saben que pueden tener éxito. Pero si fallan en la selección, no hay ningún problema: la expulsión del centro siempre es una opción. Las instituciones educativas públicas trabajan con otro criterio, el de la transformación: todos los alumnos son aceptados, sin importar su situación previa, y

Politizar el hambre de la gente.

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En los últimos doce meses, el dogmatismo económico del gobierno los llevó a priorizar el  recorte presupuestal sobre la contención social ante la pandemia.  El gobierno recortó 660 millones de dólares.  A cambio tenemos 100.000 nuevos pobres, personas como vos y yo, que ahora están arañando la sobrevivencia diaria.  Eso es politizar el hambre de la gente, porque son decisiones políticas que generan hambre.    La peor parte de ese desgarro social se lo llevan los niños y niñas.   La fábrica sin chimeneas de la pobreza infantil nos entrega en la cara casi 70 niños y niñas por día. Sobre ellos se aplica el peor calvario de las privaciones.  Frio, poca comida, hacinamiento, dolores de muela sin dentista. Con golpes o sin golpes, la violencia a la que son sometidos es vergonzosa. Dejar que eso pase, es politizar el hambre de la gente, porque son decisiones políticas que generan hambre.    Los gurises no votan.  No están organizados en ningún partido político, ni forman

Discutir lo que no quieren que discutamos.

Entre la aplicación del decreto 90 y la aprobación del presupuesto quinquenal, solo durante el 2020, el gobierno retiro 660 millones de dólares de los bolsillos de la gente. En el mismo periodo de tiempo se destruyeron 60.000 puestos de trabajo y el desempleo trepó a cifras históricas. Parte de esos 660 millones de dólares salen de ahí. En los últimos 365 días la política económica del gobierno produjo más de 100.000 nuevos pobres, de los que unos 27.000 son niños y niñas. Esto significa, ni más ni menos, que 68 gurises por día que fueron expulsados de su derecho a una vida mínimamente decorosa. Así de doloroso. Así de lamentable. Parte de esos 660 millones de dólares salen de ahí. En nuestro país 8 de cada 10 gurises provenientes de las familias uruguayas más pobres, no llegan a terminar el bachillerato. Al mismo tiempo que ocurre esta tragedia, el gobierno suprimió el pago de 9000 becas del programa “Uruguay estudia” que iban destinadas para apuntalar la continuidad