Paraguay. No hay dudas: fue un golpe
de Estado
Oscar
A. Bottinelli
El Observador - junio 24 de 2012
Algunos apuntes, al correr del teclado, sobre los
recientes acontecimientos en Paraguay, que derivaron en la destitución por el
Congreso del presidente constitucional de la República , Fernando
Lugo, mediante el procedimiento de juicio político:
1. Claramente fue un golpe de Estado
parlamentario. Sobre eso no hay duda. El juicio político en un régimen
presidencial es un juicio jurídico realizado por el poder político. Eso quedó
claro en el juicio político en Estados Unidos contra Andrew Johnson en 1868. Y
en eso coinciden todos los constitucionalistas uruguayos. No es, como dijo un
legislador paraguayo, el equivalente a un voto de desconfianza; eso es un
disparate.
2. La defensa de la institucionalidad
implica el cumplimiento sustantivo y no solo formal de los procedimientos, la
garantía del debido proceso, la debida articulación de cargos, presentación y
valoración de pruebas, debida defensa, jueces (senadores) que voten con expresa
manifestación de independencia, en base a la valoración de las pruebas y no a
las convicciones políticas. Estos son los requisitos sustantivos de un juicio
político.
3. Cuesta diferenciar a mucha gente la
valoración personal del acusado con el derecho a ser destituido. Una cosa son
los aciertos y yerros de Lugo como presidente, las virtudes y defectos como
persona y como sacerdote; otra cosa muy diferente es si se dan las condiciones
constitucionales previstas para una destitución. Lo uno y lo otro nada tiene
que ver. Ocurre en el derecho penal. Por ejemplo: una persona de mal vivir,
estafadora, de baja catadura moral, sólo puede ser procesada y sentenciada si
objetivamente se demuestra la comisión de un delito, y no porque en otros
órdenes de la vida resulte repudiable. Esto es uno de los problemas que siempre
se afronta tanto en la política como en la vida común.
4. Se demuestra que la democracia no es
solo cuestión de formas, normas y procedimientos. Sino que hay democracia
cuando la gente tiene internalizados los valores de la democracia. Es una tarea
de generaciones.
5. Paraguay demuestra seguir estando
muy lejos de ser una sociedad democrática y de tener elites políticas
democráticas. El poder se juega de manera cruda, con las solas reglas de la
fuerza y la habilidad.
6. En el mundo ya hay pocos golpes de
Estado militares o policiales. Han sido sustituidos por los golpes
parlamentarios, los golpes judiciales y los golpes a oleada de manifestaciones
populares (o varios de estos elementos combinados). El hecho de que no haya
militares, no significa que no haya golpe de Estado.
7. La comunidad internacional debe
tomar medidas si pretende evitar el contagio, y si pretende tener credibilidad.
No todos los regímenes políticos de Unasur o de la OEA son democráticos plenos
–no lo son siquiera la mayoría- pero debe trazarse una raya entre los que
tienen elementos básicos de democracia y los que traspasan esa raya, como en su
momento ocurrió con Honduras, ahora con Paraguay, y anteriormente con Bolivia,
Ecuador o Venezuela.
Addenda: en las últimas dos décadas se ha incorporado
la “cláusula democrática” tanto en el sistema interamericano como en el
Mercosur. Según ella, es incompatible la participación de países que no se
ajusten a sistemas democráticos o rompan la institucionalidad democrática
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