HISTORIA QUE NUNCA ME CONTARON
Considero que fui un buen estudiante,
tanto en la escuela como en el liceo, por lo menos así lo cuentan las notas y
los famosos “carnet” que todavía deben estar por casa en algún lugar. Siempre leí
todos lo libros recomendados, siendo parroquiano de la biblioteca liceal y persecutor
de cuanto texto nuevo anduviera en la vuelta. Siempre vestí el uniforme, use el
pelo corto, llegaba temprano y no faltaba nunca; llueve o truene iba a estudiar.
Fui abanderado y estaba en primera fila en cuanto acto patrio se hiciera en mi
pueblo. Por múltiples y crueles razones exógenas a lo intelectual-que aun
persisten- fui de los pocos varelenses de mi generación que pude acceder y
sortear con éxito la universidad. Aun así hoy me doy cuenta que mis queridos
maestros y profesores de primaria y secundaria, ya sea por omisión, por
ignorancia o por represión, me contaron la mitad de la historia de mi país. Diría
yo, me dejaron bastante ignorante; el paso del tiempo me ha dado la posibilidad
de seguir aprendiendo y apreciando que me enseñaron mucho menos de la mitad de
la historia. En un silencio mustio la sociedad varelense, su sistema, su forma
de ser, sus instituciones empujan al hombre a la ignorancia.
Como tengo fuertes sospechas de que siga
pasando lo mismo, que sigamos siendo miopes entiendo prudente difundir cosas
que le pasaron a nuestra sociedad. Cosas tan horribles que no tienen palabra
para ser contadas, pero que son historias-cada uno la juzgara- que pasaron y no
deben volver a pasar. Para que no vuelvan a suceder deben ser contadas, deben
de conocerse.
Se conmemora este domingo un hecho que
resulta ser de suprema cobardía y sobre todo contrario a todos los valores
cristianos y humanitarios. Donde, olvidando que somos humanos y utilizado el
aparato del estado se mato y asesino a tres jóvenes uruguayas en un barrio de
montevideo
El 21 de abril de 1974 en el barrio
Brazo Oriental, en un pequeño apartamento de la calle Mariano Soler, tres
muchachas: Laura Raggio, Diana Maidanic y Silvia Reyes (embarazada), habían
preparado la cena y compartido charlas hasta que comenzó el infierno con gritos
y golpes terribles en las ventanas y puerta de entrada. Se cuenta que dijeron
“Abran, abran que tiramos”, este es el recuerdo que aún guardan los vecinos de
aquella noche.
Dicen que le siguió una terrible
balacera con ametralladoras, sobrevino el silencio y los vecinos presenciaron
cómo “sacaron los tres cuerpos en parihuelas”.
Según consta en el libro “Ovillos de la
Memoria”, “el operativo de guerra” estuvo a cargo del general Juan Rebollo, y participaron
también los generales Julio César Rapella y Esteban Cristi, los Mayores Armando
Méndez y José Nino Gavazzo, el Coronel Manuel Cordero y los entonces Capitanes
Mauro Mariño, Julio César Gutiérrez y Jorge Silveira”.
Las chicas eran Silvia Reyes, de 19 años, Laura Raggio de 19 años y Diana Maidanik de 21.
También había un niño por nacer, un tupamaro en potencia, pues Silvia estaba embarazada.
Valientemente realizaron más de 140 disparos con armas de guerra, fusiles y ametralladoras punto 30.
Entraron a sangre y fuego al apartamento donde las chicas dormía y las ejecutaron.
El padre de Silvia fue a ver su cuerpo y contó unos treinta impactos sobre la chica embarazada.
Los vecinos que desafiando la prohibición concurrieron al sepelio cubrieron el féretro a su salida de la casa con su compasión en la forma de una lluvia de rosas rojas.
Hasta ahora no se ha podido investigar
esta matanza, ya que ninguno de los militares involucrados se ha hecho
responsable de esta acción. Este silencio acordado entre la mafia golpista lo
que ha logrado es trasladar una pesada mochila de torturas, secuestros,
desapariciones, asesinatos, apropiaciones de bienes, tráfico de niños, etc. a
colegas mucho más jóvenes que hoy no saben lo que sucedió, no lo entienden y
tal vez, la gran mayoría no esté de acuerdo.
Pero, deben asumirlo porque estos
militares retirados y otros que aún no lo están, han decidido escudarse
cobardemente en una ley condenada internacionalmente.
Aún hoy a los que no están presos se les
escucha fundamentar lo realizado, lo curioso es que ninguno tan seguro de lo
heroico que fue su pasaje por las Fuerzas Armadas acepta lo que hizo.
Pensamos que este gobierno debe
rápidamente comenzar a revisar la instrucción “ideológica” que reciben hoy los
oficiales de nuestro país.
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